Soberanía: Lado B
Por Iván Zgaib
1.
Tito nos mira congelado mientras se lleva un tenedor de carne a la boca. Por unos segundos parece calcular su próximo movimiento: se ve viejo, indeciso y uno de sus párpados caídos se abre de la sorpresa. Nosotros estamos en la vereda y lo observamos a través de un ventanal amplio que lo encuadra junto a su hijo pequeño como si fueran las figuras de una pintura. Tito se levanta de la silla y sale afuera de su casa. “Vine a traerle un presente, por todo lo que me ayudó y por la buena onda”, le dice Anahí con una sonrisa en la cara. Entre sus manos alza una botella de vino, pero Tito no le presta demasiada atención al regalo. La invita a pasar adentro de su casa; quiere mostrarle un libro que escribió sobre la soberanía argentina en el Lago del Desierto, una porción de tierra cercana al Chaltén que limita con Chile. Anahí le responde que no quiere molestarlo, que solo pasó a agradecerle. Pero Tito insiste. Quiere seguir conversando como lo vienen haciendo hace ocho días.
2.
Anahí Ojeda tiene 35 años, estudió Historia durante algún tiempo en la UBA y anda por el Chaltén con una campera roja que brilla sobre las montañas secas. Hace un par de años comenzó a juntar fotografías documentales de manuales y revistas como Conocer y Saber, Muy Interesante y Conozca Más. Su investigación por la supuesta objetividad de la imagen, por su fragilidad como documento, se traslada ahora a la residencia de NidoErrante. Acá, su proyecto recupera uno de los sucesos que fundaron el Chaltén bajo sangre: en 1965, Hernán Merino, un carabinero chileno, muere a manos de la Gendarmería argentina. La explicación sobre este suceso varía según la versión de cada país, pero para Anahí se trata de una expresión concreta del conflicto fronterizo entre Chile y Argentina. La creación del Chaltén en el año 1985 responde, según ella, a una estrategia geopolítica del Estado argentino para asegurarse el terreno de Lago del Desierto, que se encontraba en disputa. “A mí lo que me interesó fue la idea de frontera como conflicto”, dice Anahí, “Ese contraste entre algo re turístico, re lindo, que tiene un lado B que es la violencia. Porque toda frontera y todo límite es violento”.
Durante los días de la residencia, Anahí recorre el pueblo del Chaltén para rastrear las huellas de aquel conflicto. Su proyecto busca cruzar los hallazgos actuales con los documentos que ella recolectó previamente en el Archivo Histórico Nacional y en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Su choque con el presente del Chaltén, más allá de los papeles, la sorprendió. El caso de Hernán Merino parece estar aún latente, a pesar de los 52 años que transcurrieron en el medio.
3.
Anahí avanzó en su proyecto tocando puertas: del boca en boca fue llegando a las personas que siguen actualizando el conflicto fronterizo en el Chaltén. Con el correr de los días encontró algunas familias que ocuparon el Lago del Desierto antes de que el espacio fuera dividido entre Chile y Argentina en 1994, bajo el mandato de Carlos Menem. Según algunos pobladores, aún hoy quedan zonas de campo de hielo que no están definidas. “Encontré muchos conflictos e intereses en disputa en la actualidad”, dice Anahí, “Hay juicios por la propiedad de determinadas porciones de tierra en el Lago del Desierto. Entonces el conflicto histórico se va reproduciendo acá en el pueblo. Porque tanto los pobladores chilenos como argentinos están reclamando tierras de esa zona”.
El viejo Tito que nos mira con su párpado caído vivió en Lago del Desierto hace varios años. Desde entonces defiende la hipótesis de la soberanía argentina sobre estas tierras. La primera vez que se conocieron, Tito le preguntó a Anahí si ella tenía algo que ver con Chile, quizás con un poco de desconfianza. Durante los días siguientes, él le mostró viejas fotografías del Lago del Desierto, videos de huemules y documentos acerca de su hipótesis sobre el conflicto. Desbordada de nuevo material, Anahí sigue pensando cómo reformular el proyecto a partir de sus nuevos hallazgos: “Ahora me empezó a interesar abrirme de este conflicto puntual. Partir de este este conflicto del pueblo para ir hacia algo más conceptual”, me dice ella. Tito, mientras tanto, la invita a pasar a su casa. Él todavía quiere hablar.